FINCA LA GAIVOTA

Aravaca - Madrid

Una finca de ensueño

Situada en el barrio madrileño de Aravaca, la Finca La Gaivota, de casi 10.000 metros cuadrados de superficie, ofrece un espacio de ensueño para celebrar todo tipo de fiestas. Construida a principio de los años 40, fue desde siempre un paraíso para sus dueños, lugar donde pasaban sus vacaciones desde mayo hasta octubre. La casa, de arquitectura regionalista, se inspira en un pazo gallego, lugar de origen de sus dueños. El nombre de La Gaivota (gaviota en gallego) evoca ese amor por Galicia.

Un sin fin de posibilidades

Preparada para eventos de 150 a 500 personas, la finca dispone de una villa señorial, una carpa-invernadero y los jardines adyacentes en los que celebrar, tanto en interior como al aire libre, y en cualquier época del año. Las posibilidades que ofrece La Finca permite jugar con los diferentes espacios. Ya sea una cena más íntima en el porche de la casa, una fiesta en la pradera bajo los árboles, una boda en el invernadero, con capacidad para hasta 350 personas sentadas, o tomar un cocktail en la zona del porche.

Finca con historia

Los terrenos donde se levanta la Finca La Gaivota fueron adquiridos a mediados del siglo XIX por un industrial del carbón, dueño de unas minas en Ponferrada, con el objetivo de instalar unos almacenes cerca de Madrid.

 

La elección del lugar fue providencial, por su cercanía con Madrid, y por su localización. En estos mismos terrenos estuvo situado el frente de La Batalla de Madrid entre los años 36 al 39, sufriendo las consecuencias de la contienda y aún hoy se siguen encontrando vestigios de la misma en el jardín.

 

A principios de los años 40, y ya finalizada la guerra, la dueña de la finca, de origen gallego, decidió construirse allí una villa de vacaciones para evadirse de los calores de Madrid. La casa, de estilo regionalista inspirada en los pazos gallegos, está construida con granito traído desde Galicia. Los jardines que rodean la casa, fueron obra del paisajista Ramón Ortiz Ferré, quien imprimió en ellos un aire romántico que evoca los jardines novecentistas de Rubió y Tudurí, con su pradera tapizante, sus elementos de agua y los juegos de luces y sombras.

En la actualidad

Tras varios años sin uso, los dueños actuales de la Finca han decidido restaurarla y ofertarla para todo tipo de eventos. Tanto la casa como los jardines han sido objeto de reforma. Para los salones de la casa se eligió a la interiorista Inés Sierra, del estudio de interiorismo Sierra y de la Higuera, quien ha sabido dotar a los espacios de un aire elegante y clásico, pero muy contemporáneo. En cuanto a los jardines, la reforma y restauración ha sido a cargo del prestigioso paisajista Fernando Caruncho, el paisajista español más internacional y reconocido.